Golpe en la cabeza. Señales de Alarma.

Una de las consultas más frecuentes en Pediatría es el golpe en la cabeza. No es nada raro. Los niños, particularmente los menores, tienen un tamaño de cabeza proporcionalmente más grande que el de un adulto o un adolescente.

Esto explica la mayor probabilidad de sufrir un traumatismo en esa área. Simplemente entre más pequeños, su cabeza es más grande y más pesada.

Cuando esto suceda es importante que observe detenidamente a su hijo ya que en caso de atenderlo con el Pediatra o en una sala de Emergencias, le van a preguntar algunos detalles. Lo más frecuente es que le pidan información sobre cómo ocurrió la lesión, hace cuánto tiempo, cómo ve a su hijo y cómo se ha comportado o sentido después del traumatismo.

Si su hijo está alerta y le responde, es muy probable que la lesión de la cabeza sea leve y por lo general no se necesitan exámenes ni radiografías. Su hijo probablemente llorará del dolor o del susto, pero esto no debería durar más de 10 minutos. Se recomienda aplicar una compresa fría por 20 minutos para ayudar a que baje la hinchazón y observar a su hijo de cerca por un tiempo.

¿Qué pasa si cambia la condición de mi hijo?

Si hay cambios en la condición de su hijo, por ejemplo que en casa lo observa inicialmente tranquilo y alerta, pero después de algún tiempo lo note muy irritable, o presenta vómitos frecuentes, la conducta a seguir es llamar a su Pediatra de confianza o acudir al departamento de Emergencias de un Hospital.

Es importante que como padres sepamos identificar las señales de alarma de un golpe en la cabeza ya que podrían ser indicio de alguna lesión más grave.

Señales de ALARMA de traumatismo en la Cabeza:
  • Dolor de cabeza constante, particularmente si empeora.
  • Dificultad para hablar o confusión.
  • Mareo que no desaparece o se repite.
  • Irritabilidad o llanto extremos.
  • Comportamiento anormal.
  • Vómitos más de 2 o 3 veces.
  • Tropezarse o dificultad para caminar
  • Sangrado lento o líquido acuoso de la nariz o las orejas.
  • Dificultad para despertarse o sueño excesivo.
  • Tamaño desigual de las pupilas (la parte central oscura de los ojos).
  • Visión doble o borrosa.
  • Palidez inusual que dura más de una hora.
  • Convulsiones (ataques).
  • Dificultad para reconocer a personas conocidas.
  • Debilidad de los brazos o las piernas.
  • Zumbido persistente en los oídos.

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